domingo, noviembre 11, 2007

Ya no hay matrimonios (ni hijos ni nada).

En estos últimos tiempos he oido en varios medios acerca de que la gente ya no se casa, ya no tienen hijos, la población ya no se renueva, toda la humanidad está envejeciendo.
Éste es un fenómeno muy complejo y polifacético que (trataré) de analizar más a profundidad en otro post.

He leído algunas opiniones que tratan el tema desde distintos ángulos; no sé si el enfoque que yo tengo sea demasiado sui generis o sea compartido por algunos de mis congéneres humanos:

La publicidad se ha vuelto tan omnipresente y repetitiva que ha llegado a moldear nuestras mentes, nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestro pasado y futuro.

Una de las cosas que ha moldeado nuestra mente es nuestra aspiración a un “estilo de vida”. En muchos anuncios se nos muestra todo lo que podemos tener con suficiente tiempo y dinero: automóviles, casas, comida y bebida lujosa, ropa. Si tenemos dinero. Si lo podemos pagar. Uno puede ser guapo, distinguido, “hombre de mundo”. Y éste es el punto central de la cuestión.


Las mujeres también están sujetas a este bombardeo mediático y no se han librado de que los mensajes les moldeen la mente: el éxito es tener: tanto cosas materiales como belleza física, mostrarle al mundo cuan cultas y piadosas son. Tener tiempo y dinero, y el matrimonio, el marido, los hijos, todo eso estorba en la competencia para obtener el objetivo que tan bonito se ve en la TV.


Y lo peor de todo es que las mujeres no están solas en sus ilusiones: los hombres también hemos dejado que nos moldeen la mente. Igual que las mujeres (o todavía peor) consideramos al matrimonio, la familia como una carga que obstaculiza la realización de sueños tan inverosímiles como la publicidad que los anuncia.



PD. Actualmente hay un anuncio que está pasando en la TV que parecería casi inocuo, pero es bastante tendencioso. Lo voy a analizar (desde mi punto de vista) para mostrar la clase de “sueños” y “anhelos” que nos enjaretan:

Hay un hombre (galán de moda de la TV latina, ni sé su nombre) sentado tras el volante de un auto de lujo. Se oye su voz en off: “Lo importante de un auto no son sus monerías (él las ennumera, por supuesto). Lo importante es que cuando lo enciendas, él también te encienda”. (Imágenes del auto en cuestión desde muy diferentes ángulos, un locutor diciendo el nombre del auto).

Un auto, por mucho que cueste, sin importar cuán bonito o lujoso esté, es solamente un objeto. Una cosa inanimada que uno compra para un fin más o menos definido.

Lo que debe “encender” a uno es la pareja; lo que debería movilizarlo a uno, o hacer que uno entre en acción son los hijos, o algún miembro de la familia. Puede ser que uno “cobre vida” otra vez al ver una injusticia, o una tragedia, o algo que afecte a otros humanos.

Los sentimientos humanos, “encenderse”, pertenece a los humanos, no lo debería motivar algún objeto o cosa inanimada que -incluso- es fabricada por los humanos.

El que te “encienda” una máquina, para mí, es como decir que está uno subordinado a esa máquina, que pasa uno a ser sirviente de ese objeto, pasa uno a ser esclavo de sueños que ni siquiera son nuestros, y eso se me hace horrible, degradante, humillante, pero que siguen al pie de la letra varios millones de personas en todo el planeta.


2481.16

1 comentario:

Sandy Gallia dijo...

ah mi querido inge, todavía habemos bichos que aunque nos dediquemos a la publicidad aspiramos a una vida tranquila, con una persona que nos ame al lado y si el destino (lo llamo asi por no meternos en asuntos mas complejos) lo quiere, un hijito, aunque la verdad está de pensarse... como está el mundo :S