viernes, noviembre 30, 2007

Doblado pero no roto

¡Ay ramita de la esperanza, dóblate pero no te rompas!

Las ilusiones y los sueños son como ángeles que abandonan nuestros cuerpos, pero los que tenemos la mala suerte de estar malditos tenemos alucinaciones que son como demonios que no quieren salir de nuestros cuerpos ni dejarnos en paz.

Muchas vidas pasadas me han enseñado que muchas veces uno camina en la oscuridad, entre tinieblas, sin saber dónde o cómo caminar, sin saber a dónde ir.
Naty me enseñó que hay luces que guían nuestro camino. Que nos dan calor. Que nos quitan el miedo. Que nos dan la esperanza de un sendero, de un camino.

Naty me enseñó eso, pero los malditos me enseñaron que esa luz no es mía.

Llevo muchos años con una carga sobre mí, con un par de toneladas que no deberían estar ahí. Hace ya muchos años que una amiga del corazón, Mónica, me hizo prometerle que no iba yo a morir aplastado bajo esa carga. Naty me hizo prometerle que jamás iba a volver a alzar la mano contra mí mismo.
No me está ganando el peso, ni me voy a dejar caer, pero..., es que..., a veces..., me siento cansado..., es mucho tiempo..., y siento que me he roto.

Por Dios que no es así...
Pero...
sólo...
necesito descansar.

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jueves, noviembre 22, 2007

Ivón II

Hay un angelito en mi corazón.
Tengo una luz que guía mi alma.
He comenzado a navegar en la eternidad.

Sé que el amor debe estar libre y sin ataduras.
Sé que ella es como el deseo y como el viento.
Sé que será mi estrellita fugaz.


Lloraré mi maldición después.

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domingo, noviembre 11, 2007

Ya no hay matrimonios (ni hijos ni nada).

En estos últimos tiempos he oido en varios medios acerca de que la gente ya no se casa, ya no tienen hijos, la población ya no se renueva, toda la humanidad está envejeciendo.
Éste es un fenómeno muy complejo y polifacético que (trataré) de analizar más a profundidad en otro post.

He leído algunas opiniones que tratan el tema desde distintos ángulos; no sé si el enfoque que yo tengo sea demasiado sui generis o sea compartido por algunos de mis congéneres humanos:

La publicidad se ha vuelto tan omnipresente y repetitiva que ha llegado a moldear nuestras mentes, nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestro pasado y futuro.

Una de las cosas que ha moldeado nuestra mente es nuestra aspiración a un “estilo de vida”. En muchos anuncios se nos muestra todo lo que podemos tener con suficiente tiempo y dinero: automóviles, casas, comida y bebida lujosa, ropa. Si tenemos dinero. Si lo podemos pagar. Uno puede ser guapo, distinguido, “hombre de mundo”. Y éste es el punto central de la cuestión.


Las mujeres también están sujetas a este bombardeo mediático y no se han librado de que los mensajes les moldeen la mente: el éxito es tener: tanto cosas materiales como belleza física, mostrarle al mundo cuan cultas y piadosas son. Tener tiempo y dinero, y el matrimonio, el marido, los hijos, todo eso estorba en la competencia para obtener el objetivo que tan bonito se ve en la TV.


Y lo peor de todo es que las mujeres no están solas en sus ilusiones: los hombres también hemos dejado que nos moldeen la mente. Igual que las mujeres (o todavía peor) consideramos al matrimonio, la familia como una carga que obstaculiza la realización de sueños tan inverosímiles como la publicidad que los anuncia.



PD. Actualmente hay un anuncio que está pasando en la TV que parecería casi inocuo, pero es bastante tendencioso. Lo voy a analizar (desde mi punto de vista) para mostrar la clase de “sueños” y “anhelos” que nos enjaretan:

Hay un hombre (galán de moda de la TV latina, ni sé su nombre) sentado tras el volante de un auto de lujo. Se oye su voz en off: “Lo importante de un auto no son sus monerías (él las ennumera, por supuesto). Lo importante es que cuando lo enciendas, él también te encienda”. (Imágenes del auto en cuestión desde muy diferentes ángulos, un locutor diciendo el nombre del auto).

Un auto, por mucho que cueste, sin importar cuán bonito o lujoso esté, es solamente un objeto. Una cosa inanimada que uno compra para un fin más o menos definido.

Lo que debe “encender” a uno es la pareja; lo que debería movilizarlo a uno, o hacer que uno entre en acción son los hijos, o algún miembro de la familia. Puede ser que uno “cobre vida” otra vez al ver una injusticia, o una tragedia, o algo que afecte a otros humanos.

Los sentimientos humanos, “encenderse”, pertenece a los humanos, no lo debería motivar algún objeto o cosa inanimada que -incluso- es fabricada por los humanos.

El que te “encienda” una máquina, para mí, es como decir que está uno subordinado a esa máquina, que pasa uno a ser sirviente de ese objeto, pasa uno a ser esclavo de sueños que ni siquiera son nuestros, y eso se me hace horrible, degradante, humillante, pero que siguen al pie de la letra varios millones de personas en todo el planeta.


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sábado, noviembre 10, 2007

Ivón

A veces los angelitos caen del cielo.
Todavía no sé por qué.

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lunes, noviembre 05, 2007

Desastres

Sí Katy, fuiste importante en mi vida y me duele que ahora estés lejos. Lo que pasó fue como el impacto de un asteroide: borraste muchas cosas en la faz de mi vida; Laurita, ¿cómo no recordarte?, desde lo más profundo del corazón, el primer desastre en mi alma, la primera vez que se llenó de dudas y dolor. Sí, como una inundación: llega poco a poco, como si no quisiera llegar, pero el agua sube y, cuando te das cuenta, ya lo perdiste todo y el mundo nunca vuelve a ser lo que era.
Pero ellas dos fueron apenas un preámbulo, un prefacio a los verdaderos desastres: al huracán de Jackie, la fuerza que me destruyó una y otra vez, la que me arrancó el alma y las ilusiones, el pasado y el futuro, la que me hizo arrepentirme de sobrevivir estas calamidades.
O Claudia chiquita y bonita y su desgarramiento al continuum espacio-tiempo en mi corazón, es difícil ignorar un suceso de tal envargadura. Hasta la fecha no me he podido reparar. Duele y me sige causando confusión.

Pero los desastres de ellas son nada comparado con Vicky: fue como una supernova, capaz de vaporizar planetas enteros a millones de kilómetros, con un estallido con la capacidad de esterilizar cualquier cosa a su paso en un radio circunferencial de 50 años luz: vida, sustancias químicas complejas, precursores prebióticos, todo. Todavía no estoy seguro si mi destrucción me hizo renacer para bien o para mal.

Lástima que mi fecha de caducidad todavía esté lejos.

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