La idea de clasificar a los estudiantes según sus mejores aptitudes se puede extender para ser usado en auxiliar para disminuir el bullying: además de escuelas donde se le dé preferencia a ciertos conocimientos o habilidades, pueden existir escuelas donde el enfoque principal sea la disciplina.
Uno de los fenómenos que alientan el bulling es que al buller, o alevoso o aprovechado o de plano el gandalla no reciben ningún tipo de corrección, sanción o seguimiento a su conducta -es como si la impunidad se enseñara explícitamente desde la escuela. Actualmente, aparte de tener un avance garantizado en sus estudios -sin importar qué tan poco esfuerzo hagan o qué tan poco demuestren su aprovechamiento, los estudiantes -creo sería mejor llamarles asistentes a la escuela- pueden tener el comportamiento que sea sin que ello implique consecuencias.
Se podría mejorar la vigilancia escolar o de plano instalar cámaras de vigilancia para detectar el bullying, y a los alumnos infractores invitarlos (bueno, es un eufemismo) a acudir a escuelas donde la disciplina se refuerce más; y también se podría hacer lo mismo en sentido contrario, a aquellos alumnos que presenten una mejor conducta se les invitaría a una escuela con normas disciplinarias más relajadas.
El otro punto que quería comentar está basado en el hecho de que todos los humanos aprendemos principalmente a través del ejemplo. Lo que nos dicen, lo que nos enseñan, lo que leemos, etc., apenas representa entre un 10% y un 20% de lo que aprendemos; el restante 80% o 90% proviene de lo que vemos, del ejemplo de los demás. Las autoridades que conforman el gobierno son el ejemplo más visible que tenemos los ciudadanos; aquí en México tenemos el ejemplo de que los que alcanzan el poder no lo hacen por sus conocimientos, o porque hayan hecho las cosas bien, bueno, ni siquiera porque tengan un historial positivo donde demuestren que han cometido pocos errores, que son poco relevantes y los han corregido. Por el contrario, dan un ejemplo claro y explícito de que el poder se consigue mediante la estupidez, la ineptitud, la corrupción y -claro-, dinero, mucho dinero -el desvio de recursos, el tráfico de poder, el financiamiento o negociación de transas ilegales, están a la orden del día en nuestra naciente cleptocracia.
Está en marcha en México una reforma educativa que se basa en la evaluación del profesorado. Sin embargo, las figuras principales de la política mexicana insisten en mostrar en forma abierta su ignorancia y estupidez. ¿Con qué autoridad moral se cobijan para atreverse a "revisar" el sistema educativo y "proponer" reformas? (es decir, el sistema educativo SÍ necesita reformarse, pero ¡por lo menos por alguien que no sea analfabeta funcional!).
Como ejemplos bastante explícitos tenemos a nuestro presidente fabricado por la televisión:
Y a los diputados que parecieran educados por las telenovelas:
Nada más como comentario para cerrar este post: México es un país laico, donde hay libertad de creencias y oficilmente no se debe alentar una ni denigrar otra. El que una figura pública declare públicamente que su lectura favorita es la biblia (texto religioso cristiano, ¡y todavía hasta se siente orgulloso de ello!) en vez de reconocer a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como su lectura guía es bastante..., decepcionante.
De verdad, de pena ajena.
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